09 julio 2010

Sugar Town


En estos últimos meses he abandonado un poco las novelas literarias y me he enfrascado en lo que hoy en día se llaman "novelas gráficas".
Nunca he sido muy fan de los comics sobre superhéroes, tampoco de sus adaptaciones a la gran patalla, a pesar de que Spiderman y sus secuelas me han encantado (sin tener en cuenta la última que no he llegado a ver).

Pero tododo cambió un día, leyendo una revista a la que soy asidua, en la que hablaban de un comic llamado Ombligo sin fondo, el tema que trataba me atraía, y las críticas no podían ser mejores, así que allí me fui, enfundada en mis gafas de pasta, mis mejores pantalones pitillo para comprar el comic en una reconocida tienda. Pista, empieza por F y acaba por NAC.

Pero no fue hasta este año cuando me aficioné por completo a esas pequeñas historietas contadas con un dibujo propio, las cuales pueden ser totalmente insignificantes y aún así llegarte a lo más profundo.

Me divertí con Andy Watson ("Abandonos", "Desayuno por la tarde"), me enternecí con Craig Thompson ("Blankets"), casi casi lloré con Frederik Peeters ("Píldoras azules"), y odié a Chester Brown ("Nunca me has gustado").

Pero llegó en una soleada tarde, cuando me acerqué a una biblioteca cercana. No me suelen llamar la atención los comics de 40 páginas, digamos que me gusta que me duren al menos unas 4 o 5 horas y no media hora, pero mi mano se acercó a ese pequeño matojo de hojas.
Yo por entonces todavía no conocía a Sandra Uve. No, ni si quiera como directora porno...pero media hora después eso cambiaría.
No es el mejor dibujo del mundo, pero con un peculiar trazado y originales diálogos puedo decir que hacía tiempo que no veía una historia y un dibujo con tanta personalidad.
En cada viñeta te puedes sentir identificada/o con esa pequeña sandra que va creciendo a medida que los juncos crecen también en su compañía.

¿Quién no se ha enamorado de alquien que no le valora lo suficiente? ¿Quién no ha seguido su sueño y se ha equivocado? ¿Quién no ha tenido un amor de película que puede durar tanto y ser tan perfecto como un día en una película de Richard Linklater? ¿Quién no desearía como Sandra haber tenido una relación como los personajes de alguna historia de Julio Medem?

Una obra tan arrevatadoramente bonita que recomiendo encarecidamente.
Mientras tanto seguiremos buscando nuestros propios "juncos", que de eso se trata todo esto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario